Policía

Policía

La Policía es la institución pública cuyas funciones formales son:

• proteger la integridad de las personas que componen la sociedad en la que sirve,
• preservar los bienes públicos y las propiedades privadas,
• amparar el desarrollo de los derechos cívicos, y
• socorrer a las personas en caso de necesidad por accidentes o desastres.

Todas esas funciones se ven afectadas por las acciones terroristas.

Suele vincularse el trabajo en la policía a la lucha contra la delincuencia, de diverso tipo, pero la realidad constata que la labor policial se ocupa más de la convivencia cívica (ante disputas, el tráfico, los ruidos, horarios, etc., mediante normas formales y conductas informales), junto al apoyo para la resolución de problemas sociales. También dispone la policía con su presencia la representatividad de la institución que la articula, motivo que la focaliza como objetivo terrorista. Entienden que atentar contra la policía es subvertir el orden constituido.

En las Policías más orgánicas se distinguen la «Alta policía», para la seguridad del Estado, o más bien del gobierno que la emplea («policía en cuanto política»), de la «Baja policía», ocupada en la cotidianeidad de la convivencia social. En esta articulación siempre hay una tensión entre la instrumentalidad y la autonomía policial. Sin obviar que, desde una perspectiva crítica, se considera a la policía como un arma de los poderosos para el control social.

En todo caso, la policía forma la primera línea institucional de contención contra el terrorismo. De hecho, sus agentes son objetivo prioritario de los terroristas. Así, en el caso de ETA han sido asesinados por los terroristas más de 400 miembros de las fuerzas policiales (de un total de 856 personas asesinadas por ETA); con miles de heridos en atentados y muchos más afectados por el acoso filo-terrorista y por la violencia de persecución.