Discurso del odio

Martín Alonso

Catedrático de Filosofía de Instituto

Discurso del odio

Es una expresión que viene del inglés y que no hay que confundir con delito de odio. No hay una definición establecida, generalmente aceptada, pero si hay un acuerdo en el núcleo central del término y polémica sobre aquellos casos límite. En cuanto al sentido general, designa aquellas expresiones que generan, promueven o justifican hostilidad contra un colectivo. Los casos polémicos o los casos límite son aquellos en los que se usa, por ejemplo, por exceso cuando se invoca la libertad de expresión para justificar atropellos a los derechos fundamentales. Y en el sentido contrario, por defecto, cuando se prohíben la emisión de opiniones por una suerte de hipercorrección política.
Los discursos de odio componen un continuo, un in crescendo que contiene diversas posibilidades; desde la justificación; la diseminación; la discriminación, el señalamiento; y en un último extremo, la incitación al odio. La incitación al odio es en la fase del discurso en la etapa final antes de la acción. El discurso del odio tiene típicamente dos componentes, uno es un componente cognitivo, una manera por la cual se asigna una categoría, un rasgo negativo que generalmente le coloca como perteneciente al grupo distinto del ‘nosotros’, al ‘ellos’, y tiene también una dimensión social, que tiene ver con que la categoría estigmatizada se encuentra en una posición de inferioridad o de vulnerabilidad, y por tanto, es susceptible de ser víctima de tratamientos injustos. Contra la idea de los esencialismos de que hay enemigos eternos, la categorización negativa, es decir, el discurso de odio, es un proceso abierto y muy cambiante, susceptible de la construcción social en virtud de las características del concepto. La movilización del odio es una condición necesaria pero no suficiente para el despliegue de la violencia.

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