Polarización

Polarización

La polarización es un fenómeno político y social caracterizado por la distancia ideológica, social y emocional entre grupos bien diferenciados.

Hay que tener en cuenta que el debate y las opiniones disonantes están en el ADN de los sistemas democráticos, por lo que en pequeñas dosis la polarización puede llevar a un activismo político positivo, ya que alimenta el intercambio de ideas, fortalece el tejido social y promueve el interés y la participación ciudadana en la política.

Sin embargo, la polarización toma un cariz negativo cuando un grupo percibe como inaceptables y peligrosas las consecuencias de que se tome una decisión contraria a su preferencia. En este caso, estaríamos hablando de una polarización perniciosa, ya que las opiniones se transforman en una identidad política, y ésta en una identidad social que divide a la sociedad en bandos hostiles. En esta situación, el discurso se construye a partir de una confrontación fundamental entre “ellos” vs. “nosotros”. Estas dinámicas sí pueden mermar la cohesión social, deteriorar el modelo democrático e incluso favorecer la violencia política. Pero, ¿cómo sucede?

Esta situación sucede si los actores políticos ven el conflicto y la hostilidad como una oportunidad para promover sus intereses, movilizar a sus bases y debilitar a sus oponentes. En este caso, sus narrativas retratarán una situación como un conflicto existencial de suma cero en el que el ganador obtiene todos los beneficios.

Por otro lado, la polarización perniciosa o tóxica también puede crear un ambiente que permite a figuras políticas y líderes de opinión, demonizar y deshumanizar a minorías o grupos con opiniones diferentes generando una única identidad indiscutible.

Por último, es también relevante señalar el papel de los medios de comunicación y las redes sociales, los cuales ejercen como amplificadores de mensajes polarizadores en la actualidad, creando las llamadas “cámaras de eco”, en las que personas afines ideológicamente retroalimentan sus opiniones sin confrontar visiones divergentes, lo cual puede derivar en procesos de radicalización violenta. Sin embargo, hay que señalar que estos incrementos en los niveles de polarización no tienen que desembocar necesariamente en la violencia política, tienen que darse otros factores para que esta ocurra.