Ongi etorris

Raúl López Romo

Responsable del área de Educación y Exposición de la Fundación Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo

Ongi etorris

“Ongi etorri” significa “bienvenido” en euskera. En una perversión del lenguaje, el nacionalismo vasco radical elevó ese término a categoría política, y, además no a una cualquiera, sino a una que servía para glorificar a terroristas. Los “ongi etorris” son los homenajes a los presos de ETA o de la izquierda abertzale recién excarcelados. Allí recibían el reconocimiento de su comunidad política, que se reunía para demostrar su voluntad de continuar con su lucha.

Los “ongi etorris” se empezaron a hacer en la transición. Desde 1976 hasta casi la actualidad, la mayoría se han celebrado sin obstáculos judiciales ni policiales. Era un acto incivil muy ritualizado y hecho a propósito en el espacio público, para que se viera: flores, canciones, discursos, baile de honor, cena, retirada de la foto del preso de la sede de la izquierda abertzale de su barrio… Las variaciones en este ritual han sido pocas. Lo que ha cambiado es la actitud política y social. Las asociaciones de víctimas del terrorismo y otras entidades han hecho una labor de concienciación que ha dado frutos.

El número de “ongi etorris” ha ido disminuyendo. En 2017 Covite contabilizó 45; 38 en 2018; 18 en 2019; 15 en 2020 y 4 en 2021. El motivo de este descenso es doble. Primero, ya han salido de la cárcel la mayoría de los condenados por terrorismo. Segundo, la presión en su contra, cada vez mayor, ha funcionado. En noviembre de 2021 el colectivo de presos de ETA publicó un comunicado en el que en adelante pedían ser recibidos de forma discreta, entre allegados, al salir de prisión. Se trataba de una rectificación táctica. Siguen sin mostrar arrepentimiento por 50 años de violencia. Era un cambio relevante pero insuficiente.

¿Qué valores pretenden transmitir, aunque hagan esos recibimientos en privado? Además, la presencia de los perpetradores en nuestras plazas y pueblos sigue siendo muy evidente en forma de carteles, pancartas, pintadas, etc.

La convivencia democrática empieza por desterrar cualquier atisbo de legitimación del victimario, ya que, como decía Andoni Unzalu, “aplaudir al violador es aplaudir la violación”.

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