Final del terrorismo

Final del terrorismo

Numerosas organizaciones terroristas que han cometido atentados en España han ido desapareciendo a lo largo del tiempo. Unas eran conocidas: es el caso de Terra Lliure, el MPAIAC, el FRAP, el GRAPO, el Ejército Guerrillero del Pueblo Gallego Libre, etc. Otras fueron siglas fugaces que llevaron a cabo unos pocos actos terroristas y dejaron de existir.

La organización más relevante por el daño causado y por el impacto desestabilizador que tuvo en la vida pública fue ETA. Nació en el año 1958 y se disolvió en 2018. En medio dejó 853 personas asesinadas y otras 2.600 heridas.

En todos los casos ha sido el Estado, a través de sus instrumentos legales, el que ha acabado con los grupos que utilizaban la violencia con pretensiones políticas. Esto es aplicable también a ETA. El final de su historia fue el resultado de la actuación de las Fuerzas de Seguridad, de la Justicia, de la colaboración internacional y de la resistencia de una parte de la sociedad vasca que se enfrentó a la banda pagando a veces un alto precio.

ETA quiso disimular su derrota mediante una serie de escenificaciones propagandísticas entre los años 2011 y 2018. Al final, se resignó a entregar a las autoridades francesas las armas que todavía no le habían intervenido los cuerpos policiales. Para cualquier grupo terrorista entregar las armas ha sido siempre la imagen de la derrota.

El final de este grupo terrorista no ha supuesto, por desgracia, el final de las justificaciones de los crímenes cometidos ni de la adhesión de una parte de la sociedad. Ahora toca combatir estos comportamientos con el mismo empeño que se puso en combatir a ETA, aunque con otros instrumentos.